“Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano.”

Khalil Gibran

madre

 

Dar. Dar y dar. Ése era el trato, ¿no? Lo sabíamos todas antes de meternos en la historia.

No suelo escribir para criticar cosas, pero hace unos días que he leído un artículo que pone los pelos de punta. Lo que más me sorprende es que parece ser una moda, parece que hoy hay muchos artículos similares sobre diferentes temas. El que nos concierne lo podéis leer aquí.

http://www.elmundo.es/vida-sana/familia-y-co/2016/09/10/57d2a738e2704e43198b4623.html

Para evitaros el periplo de clics a los que no queráis leer más, cito textualmente una de esas madres: “Hasta el día de hoy fantaseo con la idea de que caiga enfermo y se muera. Si le ocurre algo, yo me muero, pero en cierto modo me sentiré aliviada”. Y después, sin más explicaciones, el artículo en cuestión nos defiende que estas mujeres no están locas. Vamos a cambiar un poco la frase. Supongamos que el marido de esta mujer dice “hasta el día de hoy fantaseo con que mi mujer se ponga enferma y se muera. Una parte de mí se sentirá aliviado”. Ahora pensaremos que el hombre es un psicópata y que debería dejar a su mujer.

Porque a todos nos ha pasado por la mente que nuestro hijo (o un ser querido) se ponga enfermo, le pase un coche por encima o se caiga por un barranco. Pero la reacción normal es tener miedo del tema, no querer que suceda, que se te revuelva el estómago o se te acelere el corazón. Y es algo que se te pasa por la cabeza, no una fantasía que se alimenta para el gozo personal. Fantasear con que a alguien le pase algo malo (sea quien sea) es un signo muy claro de que algo no va bien en la cabeza.

Además NADIE TE HA OBLIGADO A SER MADRE. Seamos honestos, que no estamos en la Edad Media. Hoy la gente se cuestiona lo que quiere hacer y lo que no y toma decisiones independientes. Que seas madre o no, no depende de la sociedad y sus supuestas “presiones”. No le echemos la culpa de todo como salida fácil. Has tomado una decisión usando tu libertad personal. Si hoy prefieres ir a un concierto que arrancar una sonrisa de los labios de tus peques, es tu problema estimar si la escala de valores en la que has basado tu vida vale un chavo.

Todos somos hijos. También somos seres sociales. A veces somos hermanos; en ocasiones, parejas; si tenemos suerte, amigos. Compañeros de trabajo, conocidos, clientes. Tenemos que decidir si en nuestra relación con los demás damos o tomamos. Si la gente está ahí para que la ayudemos, le sonriamos, le hagamos la vida mejor o para que “no nos molesten”, para “nuestra gratificación personal”. Es difícil, sí. Es difícil estar con el otro, que no piensa como nosotros, no vive como nosotros, no limpia como nosotros.

Ahora hay todo un movimiento muy popular del “yo, me, mí, conmigo”, donde la gente se queda sola, muy sola. Sola con Netflix porque, francamente, solos todos sabemos vivir, todos estamos la mar de contentos. Un poco frustrados, sí, pero cómodos. Hacemos más o menos lo que nos da la gana. Hacer lo que le da la gana a otro cuando a ti te da la gana hacer otra cuesta mucho. Y además, hoy hay mucha gente que no entiende en absoluto por qué es una buena idea. No me voy a molestar en explicarlo.

Evolucionar, crecer duele. Crecemos con el otro. No digo que el otro deba pasar siempre por una familia. Hay gente increíblemente dadivosa y compasiva que es soltera. Pero esta apología del “hacer lo que me da la gana”, del eterno adolescente estúpido al que se le hace un mundo dormir un poco menos, que se pasa la vida quejándose de lo difíciles que son los otros, de lo que molestan, de lo que cuestan, me parece absurdo. Habrá que cuestionarse un poco más si vemos que olvidarnos de nosotros y dar un poco de amor a pesar nuestro nos molesta tanto, tanto, tanto.

Me da igual si el instinto maternal existe o no. Estamos hablando de compasión, de amor, de cariño. Si eres madre (o padre) contigo viven, vengan o no de ti, unos seres muy pequeños que descubren la vida a través de tus ojos, que se forman siguiendo tu educación, que ríen cuando tu haces bromas. También que se nutren de lo que tú les ofreces, que se calman en tus brazos. Tú eres la persona más importante de su vida. Sí, gran privilegio, gran responsabilidad. Te la ha dado la vida porque tú la has buscado. Tómala.

Hoy en día se puede decir cualquier cosa. Y queremos que nos validen. El artículo dice barbaridades como “hay hijos que no merecen ser queridos”. ¿Quién eres tú para juzgar algo así? No hay nadie que no merezca ser querido. También habla el susodicho artículo de odiar la maternidad, de estar arrepentida. De que hay que poder hablar del tema, porque ahora somos todos muy abiertos y cabe todo. Hay que expresarlo todo. Ok, exprésalo. Pero no me defiendas, encima, que es normal. Es retorcido y enfermo. Yo creo que si demostramos menos indulgencia en hablar de temas así y más diligencia en aceptar la realidad y cooperar con ella seríamos más amantes y más compasivos. Eres alta, baja, gorda, flaca, blanca, negra, madre o no. A vivir la vida y a intentar aportar algo en lugar de quejarse.

Menos filantrópica en este post… o más, dependiendo de la mirada del que lea. A ver si hoy puedo hacer algo que me cueste mucho o puedo renunciar a algo para que alguien a mi alrededor sea feliz. Ésos suelen convertirse en los mejores momentos del día, aunque no siempre se me dé bien. Os invito a buscar la oportunidad de hacer lo mismo. Un abrazo enorme y muy buen día a todos.